Urge militarizar Ceuta y Melilla y pasar al ataque: apoyar a saharauis y bereberes. La inteligencia española deja de contar con Rabat para vigilar el terrorismo islámico en España. La frontera del sur, desguarnecida.
Los españoles estamos de suerte. El tirano de Marruecos, SM Mohamed VI, un déspota multimillonario, no sabe que el líder de la oposición española, Mariano Rajoy, es aficionado al tancredismo. ¿Repetiría Rajoy el episodio, pintoresco pero muy ilustrativo, del peñasco Perejil?
Los españoles estamos de suerte. El tirano de Marruecos, SM Mohamed VI, un déspota multimillonario, no sabe que el líder de la oposición española, Mariano Rajoy, es aficionado al tancredismo. ¿Repetiría Rajoy el episodio, pintoresco pero muy ilustrativo, del peñasco Perejil?
Nadie no lo sabe. Miguel de Cervantes decía que el moro es taimado, y los marroquíes se comportan como verdaderos “moros” respecto a España. En plata: Rabat sabe que la invasión, utilizando civiles y no militares -en el mejor estilo de tiranos y terroristas-, pero invasión, de Ceuta y Melilla es posible mientras se mantengan vivos dos elementos: el proceso de islamización progresiva de las plazas africanas de España y un Gobierno como el que actualmente manda en España, que, como decía el castizo, ‘cuando le orinan dice que llueve’.
La marcha, “por la liberación”, sobre Ceuta y Melilla se ha aplazado, pero su planteamiento repite todos los signos de la marcha verde de Hassan II sobre el Sahara español. Volverán a activar la amenaza. Mientras España continúa abriendo su frontera del sur a los marroquíes que forman guetos en nuestro país. También sigue otorgando fondos de ayuda al desarrollo y permitiendo la progresiva islamización de Ceuta y Melilla, con unas tropas regulares compuestas en más de un tercio por soldados de procedencia saharaui.
No es diplomacia débil: es diplomacia cobarde. O eso, o Marruecos se quedará con Ceuta y Melilla, luego reclamará Canarias, y finalmente, al igual que Al Qaeda –enemigo circunstancial pero tan liberticida como la tiranía de Mohamed VI- acabará reclamando Al Ándalus, o sea, España. Todo ello, con una quinta columna perfectamente infiltrada en forma de guetos islámicos y de células que terminarán siendo violentas en la infraestructura de mezquitas repartidas por toda España.
Por cierto, la inteligencia española hace tiempo que dejó de colaborar con la policía de Rabat para controlar a terroristas islámicos en Marruecos.
En esta tesitura, al tirano de Marruecos le urge la toma de Ceuta y Melilla antes de que Zapatero salga del poder. Saben que el zapaterismo es cainita: fuerte con el español que no le secunda y débil con el extranjero. Pero, sobre todo, se trata de un Ejecutivo cobarde. No hay que engañarse. Tanto desde la izquierda como desde la derecha del PSOE se llevan las manos a la cabeza ante el miedo, casi tangible, del Ejecutivo hacia Marruecos y las disparatadas excusas gubernamentales cada vez que España es víctima de otra provocación.
La única solución, y probablemente no salga de Zp, es adoptar una postura firme que pasa, al menos, por fortalecer la frontera sur, y comenzar a dificultar la entrada de marroquíes en la península. Al mismo tiempo, resulta urgente remilitarizar Ceuta y Melilla, así como reforzarla con un mayor y más estable contingente policial. Desde luego, eso no podrá hacerse con un Gobierno que reduce continuamente el número de efectivos del Ejército español, al tiempo que permite y alienta la forja de una red de mezquitas que se están convirtiendo en el caldo de cultivo del terrorismo yihadista en España.
Y pasar al ataque. Se trata de apoyar, no sólo al Frente Polisario y a los grupos saharauis sino, además, al separatismo bereber en el Norte, algo que preocupa mucho a Mohamed VI. No olvidemos que toda la política de Rabat consiste en ocultar sus atentados contra los derechos humanos con un patriotismo vacuo e hipócrita que ha convertido a España en el enemigo a batir.
Eulogio López