lunes, 10 de junio de 2013

El islamista británico Choudary ha afirmado que el soldado decapitado en Woolwich “arderá en el Infierno”

Anjem Choudary, el personaje más odiado del Reino Unido,  ha declarado en su mezquita londinense que Lee Rigby, el joven decapitado en una calle de Londres, será torturado en el Infierno por su condición de infiel. Y ha añadido que sus ejecutores son “mártires” de la fe mahometana.
Choudary, un conocido aventador de odios y destacado parásito social de nacionalidad británica, ha acusado al Gobierno de ser el único responsable de la decapitación del soldado Lee Rigby, porque está radicalizado a los jóvenes muslimes del Reino Unido con políticas antimusulmanas. Respecto al decapitado, Choudary ha profetizado que arderá en el Infierno; además confiesa que la víctima no le inspira ninguna simpatía, que se merece el castigo inflingido, y que su muerte es una anécdota, algo de escasa entidad, una “gota en el océano”.
Más compasivo se ha mostrado el islamita con los dos asesinos,  convertidos al islam en las mezquitas londinenses, a los que colma de bendiciones y parabienes. De ellos dice que son “mártires”; los define como buenos chicos que seguían con suma atención sus soflamas y arengas; los moteja de excelentes seguidores de Alá y su “Profeta” y, con un par de coranes, ha dejado claro que los decapitadores actuaron correctamente según las prescripciones impuestas por Mahoma, el virtuoso que le hincó el diente a una niña de 9 años llamada Aisha.
Sin embargo, Choudary, aunque durante su plática en la mezquita amenazó con más violencia (pese a ser el islam una religión de mucha paz), no obstante, ofreció amoroso a los incrédulos el camino de la salvación y la esperanza: “Si creen en Alá se salvarán; pero si permanecen en la incredulidad arderán en los infiernos. Esta es la voluntad de Alá, el Misericordioso”. Evidentemente, la invitación choudárica a la conversión muchos se la pasan por el conjunto de ambas nalgas, como sus elucubraciones sobre prostíbulos paradisíacos en el más allá y otras ocurrencias, pero grave es que sus desvaríos homicidas, sus delirios, sus exaltaciones martirológicas, sus delictivas declaraciones efectuadas en cadenas de radio y televisión, no le hayan conducido todavía al cotolengo o una prisión.

domingo, 9 de junio de 2013

Islam, la pesadilla apenas ha comenzado


La crueldad y la violencia de un islam radical que destroza la cara de sus mujeres con ácido.
La crueldad y la violencia de un islam radical que destroza la cara de sus mujeres con ácido.
BD.- Dos musulmanes “británicos”, en un intento desesperado de demostrar al mundo que el islam es una religión de paz, amor y concordia, han asesinado valientemente a un joven soldado inglés a golpes de tajadera de carnicero. La inmensa sabiduría del islam no aprecia que el gobierno británico envíe a sus soldados por el mundo a combatir a sus hermanos en Alá, que hacen, allí donde les toca, su Santa Faena de combatir por la sharia y la implantación del califato mundial.
Bueno, esa es una versión del caso. Unos lo ven así… y otros padecen esa visión.
En los años 60 una serie de televisión muy famosa. “Los Invasores”, ponía en escena a un hombre común, David Vincent, que trataba de convencer al mundo que unos invasores llegados de otro planeta estaban entre nosotros, que no tenían buenas intenciones y que la pesadilla había empezado…
Pues bien, en Europa la pesadilla ha comenzado. Y no es ninguna fantasía televisiva. Si no, que se lo pregunten al soldado decapitado de Londres, a su homólogo francés que se ha salvado por los pelos (pero con un corte de cútter en el cuello), a los suecos, que desde hace más de una semana, ven como sus ciudades arden las 24 horas del día y sus calles son tomadas por hordas de salvajes dispuestos a todo. Los invasores están aquí, entre nosotros, llegados de otras partes, con otra cultura, con otra religión, con otras costumbres, con otra visión del mundo y de las cosas, con otra ley: la sharia. La sharia que impone al musulmán el deber de expandir su religión en todo el mundo para que sólo la palabra de Alá y de su profeta Mahoma sea entendida y obedecida.
Estos invasores están presentes de dos maneras: visible e invisible. La forma visible es fácil de apreciar. Los más vistosos están vestidos como camelleros, seguidos a dos pasos por sus mujeres vestidas con una especie de toldo: unos sacos de patatas ambulantes.
Los otros, los invisibles, son más difícil de identificar. Están dispersos en la masa representativa de la sociedad multicultural y actúan solapadamente… No hacen gran cosa, a veces trabajan, a veces apoyan esquinas y se repantigan en los bancos de las plazas, los más jóvenes escuchan rap lleno de odio y vulgaridades, a veces agreden algún infiel para sacarle unas monedas para comprar algo en el kebab del barrio… De vez en cuando, muchos de ellos hacen una visita ante el juez y pasan unas vacaciones a cargo del Estado en unos hoteles llamados prisiones. Ahí tienen todo el tiempo del mundo para convencerse un poco más de que el islam es una religión de paz, amor y concordia y que aquellos que dicen lo contrario no tienen derecho a la vida, y por eso salen más motivados aún que cuando entraron.
Un día desaparecen del barrio y aparecen en Siria, Pakistán o Somalia, perfeccionándose en las técnicas adecuadas para la expansión del islam por la vía rápida. A veces también se ahorran el viaje y le cortan el cuello a algún infiel a domicilio, en la dulce Francia, la brumosa Inglaterra, o ponen unas bombas en la soleada España…
Esos topos, esos agentes durmientes, ¿cómo reconocerlos y combatirlos? Salen de cualquier parte, de nuestros barrios, los cruzamos a diario en las calles, en el supermercado, en el ascensor, visten como los demás, berrean igual, tienen las mismas caras de mala leche que todos, no huelen diferente…
Pasan desapercibidos, hasta el día que pasan a la acción y golpean a sus víctimas, sin piedad, sin límites, sin remordimientos. Están orgullos de combatir por el islam, de morir por el islam, orgullosos de ser detenidos, de entregarse a la causa, de demostrar a Occidente de lo que son capaces de hacer, y dejar el mensaje de que irán hasta el final: ¡Rendíos o someteros, si no moriréis!
Los que pasan a la acción, aquí en nuestras calles o en los montes de Afganistán y las ciudades destruidas de Siria, se convierten en héroes, en mártires si mueren, crean imitadores, otros quieren seguir el mismo camino. Son héroes y mártires… Y el número de futuros soldados de Alá aumenta sin parar. Europa rebosa de esos combatientes. La mayoría está en camino de esos frentes, algunos ya han vuelto y en cualquier momento reproducirán aquí lo que han hecho allá. La Guerra Santa ha de llevarse a cabo en todo el mundo. ¡Alá es grande!
La reserva de combatientes por la paz islámica es inagotable: esa reserva es nuestra sociedad multicultural tan enriquecedora, nuestra sociedad multicultural que se enriquece cada día de nuevos reclutas para el yihad, de nuevas bombas humanas, de nuevos degolladores y decapitadores, de nuevos carniceros…
Mientras tanto nuestros dirigentes los dejan entrar con satisfacción, frotándose las manos: unos votos electorales más para seguir un tiempo más en el poder… ¡Ya se las apañarán los que vengan después! Mientras tanto la Guerra Santa sigue expandiéndose, cada vez más visible, cada vez más cruel.
Es la sociedad multicultural: las calles llenas de parásitos, de vagos, de asesinos ansiosos de saltarnos a la garganta. Nos decapitan delante de nuestra casa y nos gritan, en medio de los eructos de la última comida que le hemos dado, que es nuestra culpa, que no obedecemos a la ley de Alá, el Misericordioso, el Magnánimo, el Omnipotente. “¡Mirad bien esa sangre que brota a chorros por la garganta cortada! ¡Eso es lo que os espera! ¡Es vuestra culpa: no obedecéis a la voluntad de Alá! Mirad ese cadáver detrás de mí. ¡Acabaréis igual si os oponéis al islam! ¡Vais a morir, perros infieles!”
Y en un eco siniestro a esas amenazas, oímos la voz de nuestros políticos y su servicio doméstico mediático ofreciéndonos la solución: “Adaptaros, abriros a la nueva sociedad, aceptad el multiculturalismo y la invasión islámica. El islam es una religión llena de sabiduría y bondad. No seáis intolerantes y racistas, tenemos leyes contra eso…”.

sábado, 8 de junio de 2013

Inmigrantes negros crean un grupo de autodefensa en Grecia para hacer frente al partido Amanecer Dorado


BD.- Inmigrantes negros en Grecia, muchos de ellos en el país de forma ilegal, han formado un grupo de autodefensa llamado Panteras Negras, tomando su nombre del partido de Estados Unidos de 1960. En una entrevista, han informado que llevarán a cabo patrullas para hacer frente al partido Amanecer Dorado.
En un informe emitido por el Channel 4 de la televisión de Gran Bretaña, Michale Chege, un keniano que vive en Atenas, advirtió que Amanecer Dorado sería exterminado si trata de meterse con los negros de nuevo.
Dijo que él y un grupo de amigos han creado una brigada para protegerse a si mismos y a los vecinos de las zonas donde, según ellos, Amanecer Dorado ha atacado a inmigrantes. “Yo soy un miembro de los Panteras Negras y todo el mundo sabe eso. Así que les doy a Amanecer Dorado una advertencia recta, no te metas con los negros. Y lo digo en serio”, dijo Chege al Channel 4 al periodista Jamal Osman.
“Vamos a exterminarlos”, dijo. “Yo no le tengo miedo a este estúpido idiota grupo neonazi”, dijo. “En la Segunda Guerra Mundial fueron aplastados. En la Tercera Guerra Mundial, vamos a exterminarlos de la faz de la tierra. Ellos quieren hacer lo que hizo Hitler. Que lo intenten. Tendrán la misma suerte y peor aún”.
Chege dejó su Kenia natal cuando tenía ocho meses de edad y después de haber vivido en Grecia desde hace 28 años, dice que todavía le tratan como a un nuevo inmigrante. Era el único niño negro en la escuela, y tuvo que luchar duro para ganarse el respeto, tomando también clases de artes marciales cuando tenía siete años.
Dice Chege: “Grecia es mi casa. Pero estos últimos tiempos la vida se ha vuelto muy dura. Es lamentable sentirse un extraño en tu propia tierra. A veces, cuando camino de noche tengo miedo. Hace poco dos simpatizantes de Amanecer dorado me han agredido en un autobús. Me he enfrentado a ellos y he sido herido levemente. Mi madre quiere irse del país, pues aquí ya no hay nada para nosotros. Si tengo dinero suficiente, volveré a Kenia para Navidad”.

viernes, 7 de junio de 2013

Los musulmanes exigen que las mezquitas sean construídas en los barrios residenciales y no en el extrarradio


Mezquita Tariq Bin Ziyad, una de las casi 300 que ya existen en Cataluña
Mezquita Tariq Bin Ziyad, una de las casi 300 que ya existen en Cataluña
La Unión de Comunidades Islámicas de España (UCIDE) ha denunciado hoy el “destierro” de las mezquitas a zonas sin habitantes como los “polígonos industriales en el extrarradio”, lo que supone, a su entender, un “castigo” para los fieles.
En un comunicado, la UCIDE ha reclamado que las mezquitas se sitúen en los barrios residenciales, ya que consideran que son un servicio de oración comunitaria que pueden utilizar los creyentes practicantes diariamente.
“El pretender que los centros de culto salgan de los barrios, del vecindario, es una medida de destierro y por tanto un castigo, puesto que los fieles, a quienes está destinado su uso, no podrán ir a diario y, mucho menos, varias veces al día como en el caso de los musulmanes con los cinco rezos comunitarios diarios en la mezquita”, ha señalado la organización.
Asimismo, ha criticado que el “destierro al extrarradio” de los centros de culto musulmán es un “envío al ostracismo” por parte de algunos ayuntamientos en sus planes de ordenación urbanística que implica “un obstáculo a la normalización ciudadana”.
Ha recordado que, según la Constitución, corresponde a los poderes públicos promover las condiciones para que la libertad y la igualdad del individuo y de los grupos sean reales y efectivas, así como “remover los obstáculos” que impidan o dificulten su plenitud y “facilitar la participación de todos los ciudadanos en la vida política, económica, cultural y social”.
Además, ha subrayado que la Carta Magna garantiza “la libertad ideológica, religiosa y de culto de los individuos y las comunidades sin más limitación, en sus manifestaciones, que la necesaria para el mantenimiento del orden público protegido por la ley”.

jueves, 6 de junio de 2013

Lo que se predica en la mezquita de Toulouse (Francia): “Cuando matéis, matad de la mejor manera. Cuando degolléis, degollad de la mejor manera”


BD.- El viernes 19 de abril, el imán de la mezquita de Mirail, en Toulouse, Mamadou Daffé (en la imagen), habló alto y claro. Después de haber afirmado a sus correligionarios que el islam está por encima de todas las creencias y demás modos de vida, después de haber dicho que los no musulmanes deben ser sometidos por las buenas o por las malas, se atreve a afirmar, hacia el minuto 2, esta frase que para él es totalmente natural, ya que inspira del profeta Mahoma: “Cuando matéis, matad de la mejor manera. Cuando degolléis, degollad de la mejor manera”.
Esta prédica se encuentra en formato texto en la página Internet de la mezquita de Mirail (a menos que se haya retirado debido a la denuncia de algunos medios. En todo caso la grabación ha sido puesta a salvo).
Este Mamadou Daffé habla perfectamente francés, no es un inculto. Cuando no ejerce de imán, se desempeña como microbiologista en el Centro Nacional de Investigaciones Científicas (CNRS en sus sigas en francés). Vale decir que cobra a cargo del contribuyente francés. Cuando el asunto Merah (el asesino de soldados y niños judíos en una escuela de Toulouse), dijo que “todo eso provoca estrés en la población musulmana”. Esa era toda su preocupación: el nerviosismo que le causaba a la comunidad de donde había salido el asesino unos crímenes que repercutían negativamente en la imagen pública de la “mejor comunidad de todas”.
Se espera, obviamente con impaciencia, la reacción de los impostores del antirracismo y de paso la del ministro de Interior Manuel Valls, siempre tan dispuesto a reprimir acciones pacíficas de los grupos identitarios y a hacer la vista gorda ante los continuas llamadas al odio a al crimen de individuos y grupos islámicos.