El acoso de Marruecos a los cristianos hace peligrar un subsidio de $700 millones de EEUU
Culpables de intentar “quebrar la fe de los musulmanes”. Bajo esta acuación, el ministerio de Interior marroquí ha deportado en los últimos meses a docenas de cristianos acusados de “proselitismo”, ilegal en el país magrebí. El acoso a los cristianos en el reino alauita, considerado tradicionalmente un bastión de la tolerancia religiosa dentro del mundo musulmán, ha obtenido un escaso eco en los medios, con excepción de la prensa de países católicos. Empero, un congresista republicano por Virginia, Frank Wolf, codirector de la Comisión de Derechos Humanos Tom Lantos, ha llevado el debate hasta el Congreso estadounidense.
Wolf, que ha exigido a la Secretaria de Estado, Hillary Clinton, y al embajador estadounidense en Rabat, Sam Kaplan, que defiendan a los expulsados, ha pedido al Congreso que anule un subsidio de 697 millones de dólares a través de Millennium Challenge Corporation. El programa, cuyo objetivo es combatir la pobreza, concede las ayudas basándose en factores como la existencia de un sistema judicial transparente. “Es inadmisible que el dinero de los contribuyentes americanos vaya a parar a una nación que hace caso omiso de los derechos de los ciudadanos americanos residentes en Marruecos y expulse americanos a la fuerza por sus creencias religiosas”. Gracias a su iniciativa, la Comisión celebra desde el 17 de junio sesiones en el Congreso sobre dichas deportaciones.
Entre los más de 100 cristianos que han sido deportados en los últimos meses (trabajadores humanitarios, empresarios y profesores), muchos habían residido en el país durante más de una década. A la mayoría se les ha negado un proceso judicial mínimamente justo, y a varios de ellos tan solo se les concedió unas horas para reunir sus pertenencias. Asimismo, Rabat ha mostrado pocas o ninguna evidencia sobre el supuesto proselitismo. Especialmente doloroso es el caso de Eddie y Lynn Padilla, padres adoptivos en Villa Esperanza, un orfanato localizado en el Atlas, la cadena montañosa al este de Rabat, donde educaban a niños marroquíes. El Gobierno conocía desde hace tiempo su confesión y les había concedido un permiso de residencia de diez años. El cambio se produjo el pasado 9 de marzo, cuando Marruecos batió el récord de expulsión de cristianos, 27 arrestados y 26 deportados, la mayor parte evangélicos anglosajones, pero también una pastora coreana, un sacerdote franciscano y un africano que fue detenido durante el culto dominical en la iglesia protestante de Marraquech.
Tras ser interrogados por la policía, los Padilla tuvieron que empaquetar sus pertenencias en unas horas. “Todo pasó tan rápido que realmente no tienes tiempo de reaccionar hasta que es tarde”, contó Lynn Padilla al Wall Street Journal. “El peor momento fue cuando nos quitaron a los niños… estos niños fueron abandonados por sus progenitores. Nosotros éramos sus padres”.
“Hienas evangélicas”
Los extremistas musulmanes marroquíes están siendo cómplices de la persecución que sufren los cristianos en su país. Utilizan las redes sociales para localizar y denunciar a los cristianos convertidos, a quienes denominan “hienas evangélicas” o “lobos con piel de cordero” cuya meta es “trastornar la fe de los musulmanes”. Usuarios del Facebook Gardec Maroc han colgado decenas de imágenes que muestran a cristianos convertidos de todo el país. También han difundido información sobre sus roles y actividades en las iglesias católicas o protestantes, que gozan de un estatuto legal en Marruecos y que solo pueden atender a fieles europeos y subsaharianos. No figuran en la guía telefónica ni disponen de páginas web.
En 2006, el partido nacionalista Istiqlal estimó en 40.000 los marroquíes convertidos, y advirtió que el objetivo de los evangélicos era lograr que un 10% de la población fuese cristiana en 2020. Una cifra muy exagerada según Jean-Lu Blanc, líder de la Iglesia Evangélica de Marruecos, que la rebaja a una horquilla de entre 800 y 1.000.
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